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Voluntariados: Cuando La Solidaridad Se Transforma En Conocimiento. Perfil De Les Participantes Y Desafíos En La Generalización De La Experiencia

 

Por Dr. Astor Massetti, Lic. Sofía Mackay y Lic. Sol Colantonio

 

Resumen

El presente artículo tiene como objetivo presentar la estrategia de voluntariados que la Dirección de Coordinación, Gestión y Curricularización de procesos de Enseñanza Territoriales y Educación Popular de la Secretaría de Política y Territorio realiza en conjunto con la Carrera de Trabajo Social de la Universidad Nacional Arturo Jauretche; implementada durante agosto- diciembre 2022 y febrero- abril 2023. Aquí presentamos interrogantes iniciales y transversales, ejes de abordaje, metodología de trabajo, perfil de les estudiantes, datos cuantitativos y desafíos pendientes. También recuperamos la voz de les estudiantes que participan de las distintas propuestas, a través de entrevistas y encuestas realizadas a tal fin.

De este modo, ambicionamos contribuir a la discusión sobre las formas y alcances de los procesos de vinculación asociados a prácticas solidarias basadas en la identificación de problemáticas sociales de alto impacto y en acción sinérgica con las organizaciones y espacios gubernamentales del territorio.

Introducción

Los “Voluntariados” nacen del diálogo fluido que permite identificar necesidades en las instituciones del territorio. La dirección de curricularización sistematiza ese diálogo proponiendo líneas de trabajo generalmente vinculadas al desarrollo de actividades de promoción de derechos y/o difusión de información. Sobre este diagnóstico se propone a un segmento de la población estudiantil cuyo horizonte formativo es coherente con los objetivos delineados; ya que las actividades deben ser en sí mismas procesos de aprendizaje teórico/prácticos evitando a toda costa la subutilización de mano de obra o la precarización laboral. Nuestra hipótesis es que si la propuesta tiene aceptación en la población estudiantil es porque el diseño es acertado tanto a los perfiles como a la forma en la que se planifica el abordaje. Y hasta el momento la participación estudiantil y los altos índices de satisfacción al final de las actividades apuntan en ese sentido.

Los “voluntariados” entonces son dispositivos pedagógicos (práxis) consistentes en procesos de intervención acotados en el tiempo (por objetivos) en vinculación y cogestión con organizaciones sociales y gubernamentales del territorio.

Estas propuestas “voluntarias” se dan en un contexto social específico que es necesario poner en valor: acontece en tiempos de post pandemia. Cuando aparecen, por un lado, nuevos obstáculos para la producción y reproducción de la vida cotidiana vinculados a la agudización y la profundización de las desigualdades sociales. Y por el otro, en un contexto de avance de las “nuevas derechas” que enaltecen en forma exacerbada la libertad individual, las lógicas del mercado y llaman a cada persona a forjar su propio destino.

En este marco, surgen los siguientes interrogantes: ¿Cómo ofrecer actividades de voluntariado que encuentren su andamiaje en los contenidos trabajados en las materias y no reproduzcan las lógicas asociadas al voluntarismo, la caridad y la filantropía, de las cuales el Trabajo Social hace décadas busca tomar distancia? ¿Cómo confluir dichas actividades con la misión de una universidad “atenta a las demandas sociales y al desarrollo de la región, a la calidad de vida y a los valores democráticos”, tal como se presenta en el Plan Estratégico de la UNAJ? ¿Cómo acreditar las acciones voluntarias en la trayectoria académica de cada estudiante? ¿Cómo involucrar al cuerpo docente en las propuestas e incentivar el desarrollo de nuevas líneas de trabajo territorial? ¿Cómo incorporar la perspectiva de género en las intervenciones ¿Cómo sistematizar las experiencias? ¿Cómo presentar los proyectos en las convocatorias de Voluntariado Universitario y así obtener financiamiento que habilite la implementación? ¿Cómo garantizar el cumplimiento de la Ley de Voluntariado Social N° 25.855?

Y más aún: ¿Cómo desarrollar dispositivos de intervención que sean pertinentes con las visiones, misiones y necesidades de las organizaciones del territorio? ¿Cómo promover acciones que colaboren con la construcción de comunidad/solución colectiva de las problemáticas sociales? ¿Cómo estimular el compromiso social y político que debe tener un profesional a la hora de ejercer su profesión?

Una aproximación a la metodología de trabajo

El objetivo general de los voluntariados se sintetiza bien en el slogan “construir solidaridad para el bienestar de nuestro pueblo”. Los objetivos específicos abarcan múltiples dimensiones: involucran el fortalecer las redes, formar al estudiantado en problemáticas sociales específicas (pero no fragmentadas) e implicar a les voluntaries en procesos comunitarios y colectivos de transformación social.

Antes de comenzar cada voluntario se prevén instancias de formación para fijar marcos conceptuales, expectativas y facilitar la inserción territorial a fin de realizar intervenciones fundadas que respeten los encuadres de trabajo. En este “enmarcado”, se promueve la articulación con las asignaturas que aborden los distintos ejes temáticos.

Cada voluntariado se enfoca en un eje de trabajo que lo distingue. El “gancho” pedagógico es el recorte temático, ya que permite una “identificación” de partida de cada estudiante que debe incluir una propuesta integral de conocimientos. Los ejes de trabajo implican, por ejemplo, áreas de inserción del trabajo social; es decir un horizonte de inserción profesional que demanda experiencia y concurso de conocimientos y un posicionamiento ético. De esta manera el voluntariado adquiere aspectos de formación integral para quienes participan.

La dinámica de los voluntariados la imprime cada institución y la frecuencia de las actividades involucra una o dos veces a la semana en un tiempo de duración que no supera las tres horas por encuentro. La duración mínima de cada voluntariado es de un periodo de tres meses. La intensidad de participación es central desde el punto de vista del cuidado de las trayectorias de les estudiantes: regular las horas semanales es una forma de evitar el desgaste y por ende abandono de materias y por ende mayor elasticidad en las cohortes. Una vez finalizado el periodo de 3 meses de participación, la Carrera de Trabajo Social expide una constancia, a modo de reconocimiento simbólico, al estudiante que participa de los voluntariados.

Los grupos de voluntarios cuentan con un referente institucional, que tiene trayectoria en la institución y es el responsable de organizar las actividades. Asimismo, son acompañados permanentemente por un docente de la Carrera de Trabajo Social. Este acompañamiento compartido entre las organizaciones del territorio y las carreras de la universidad forma parte esencial de la estrategia pedagógica.

Luego de finalizada la experiencia en sí, la labor de recuperación de sentidos continúa en las materias asociadas a cada voluntariado. Asimismo, como parte del proceso, se propone la participación en una puesta en valor anual que llamamos “Feria de Talleres y Voluntariados” que implica la escritura de un informe que sistematice la experiencia y la presentación de un producto durante una jornada donde se reconocen a las organizaciones con las que se colaboró y se agregan contenidos con charlas y conferencias especiales. De este modo toda la comunidad universitaria puede vislumbrar los conocimientos construidos por les estudiantes, repensar las actividades para mejorar la performance el próximo año y participar en una construcción de saberes que supera cualquier propuesta curricular.

Conociendo a les voluntaries

El perfil de les estudiantes que se suman a experiencias de voluntariado tiene un componente único fundamentalmente porque consideran valioso “donar” su tiempo solidariamente; lo que contrasta con la imagen de un estudiantado muy tensionado entre los tiempos de cuidados, trabajo y estudio. Por el contrario, en la diversidad de la matrícula universitaria hay un segmento (grande) de estudiantes con disponibilidad y voluntad de donar solidariamente su tiempo. Para comprender la envergadura del fenómeno, realizamos durante tres meses nueve dispositivos voluntarios en los que participaron 800 estudiantes. Debemos profundizar nuestro entendimiento sobre las estrategias de vida de les estudiantes voluntaries para determinar cuán generalizable es la experiencia en términos formativos y para adecuar la intensidad de los formatos de voluntariados para que no terminen desgastando la vocación solidaria de les estudiantes ni impactando de manera negativa en sus trayectorias educativas.

Para lo cual desarrollamos dos estrategias: por un lado, aplicamos un cuestionario entre estudiantes que estaban participando en los voluntariados y por el otro realizamos 30 entrevistas en profundidad. Presentamos ahora algunas ideas que nos permitirán profundizar en el conocimiento del proceso solidario institucionalizado en estos dispositivos.

El perfil de les voluntaries

Como hipótesis de partida pensábamos que les estudiantes participantes de les voluntariados tenían una relación con la cursada completamente distinta en términos de intensidad. Bajo el supuesto que a mayor tiempo libre mayor disponibilidad para “donar” tiempo. Pero no. Les estudiantes voluntaries en promedio están cursando 3 materias que es también el tiempo promedio de toda la universidad.

Más de la mitad de les voluntaries están cursando aproximadamente segundo o tercer año de la carrera de trabajo social (tienen aprobadas entre 15 y 26 materias aprobadas). Este dato es importante en términos de diseño de las actividades y cómo las mismas deben tener en cuenta las particularidades de las carreras. En el caso de Trabajo social, les estudiantes de primer año siempre tienen mayor distancia con los objetivos formativos de la carrera, porque la carga horaria está concentrada en el ciclo inicial (consistente en 4 materias comunes a toda la universidad) y a las materias comunes para el Instituto de Ciencias Sociales y Administración donde se radica la carrera. Y los años superiores (4to y 5to) tienen mayor carga horaria dado a que realizan los niveles de práctica pre profesional obligatorios (anuales) y las materias optativas de la carrera.

 

Año de la carrera que están cursando

 

En promedio les voluntaries consideran que pueden destinar 5 horas semanales a actividades solidarias. Es por esto que, el ajuste del diseño de las actividades al tope de tres horas semanales busca no llegar al límite de esa consideración.

Tomando el recorte de los estudiantes de la carrera de trabajo social que realizan voluntariados, hacemos referencia a un número de 900 estudiantes. Considerando que la matrícula de trabajo social implica aproximadamente 2.500 personas, podemos decir que el 36% de los estudiantes de trabajo social decide transitar la experiencia.

 

Porcentaje de estudiantes que participan de voluntariados

 

Otra cuestión a destacar es que la predisposición a donar horas solidarias no varía en relación entre quienes declaran no trabajar (60%) con les que sí, trabajan (40%).

La percepción de les estudiantes

Como se expresó anteriormente, la estrategia de voluntariado surge en un contexto en que por un lado, les estudiantes presentaban intenciones de realizar trabajos comunitarios, luego de un extenso periodo de prácticas pre-profesionales mediadas por la virtualidad, y por el otro, hay una demanda social de recomposición del tejido social en respuesta a los discursos individualistas que circulan con renovada fuerza a partir de la emergencia de nuevos actores políticos conservadores y ultra liberales. En ese sentido, los voluntariados implican una respuesta institucional no ya a la urgencia en pandemia, sino al contexto actual.

El tipo de conocimiento que implica involucrarse en tareas diseñadas en conjunto con el territorio tiene un valor pedagógico diferencial que se condensa en la noción de práxis. Conocer el trabajo en red, la administración y organización de ciertas instituciones estatales u organizaciones de la sociedad civil permite realizar el ejercicio de identificar lógicas instituidas y pensar en posibles lógicas instituyentes. Trascendiendo los prejuicios sobre, por ejemplo, una gestión estatal omnipotente pero desinteresada que desatiende las demandas de la población. En palabras de les protagonistas, cada voluntariado “es muy valioso ya que nos permite compartir un mundo que es real”, “habilita aprendizajes donde uno amplía aún más su cabeza acerca de lo que acontece en los barrios” y “permite conocer cómo trabajan los profesionales en el área y cómo es el movimiento de los centros comunitarios”.

También, experimentar estos espacios/procesos genera capital social para nuestros estudiantes que posibilita, en oportunidades, la inserción laboral o el tejido de redes al momento de desempeñar la profesión.

Finalmente, el horizonte pedagógico entra en una doble vía de aprovechamiento de los contenidos curriculares. Por un lado, les estudiantes pueden articular los contenidos trabajados en las materias teóricas con la experiencia concreta. Por el otro, esos mismos conceptos se transforman en herramientas en tensión, desarrollando el pensamiento crítico de una manera práctica y desde experimentación.

Sin duda alguna, que la universidad construya en conjunto con las organizaciones del territorio un marco seguro, organizado, sistemático; y sobre todo oficie de guía en la aproximación y trabajo de campo, es clave para que las experiencias sean percibidas como satisfactorias. En palabras de una voluntaria, “el deseo y esperanza que esto está generando dentro de la universidad y dentro de nuestra carrera de Trabajo Social es gigante”.

Palabras finales

Desde el punto de vista institucional, que los procesos de aprendizaje sean dinámicos y construidos en conjunto con las instituciones y organizaciones del territorio es un valor indiscutible e incluso una misión de la universidad. Queda claro no sólo que es posible, sino deseable. Parte del éxito de estos dispositivos pedagógicos reside en el impacto en les estudiantes. La valoración de la experiencia voluntaria que realizan les estudiantes se centra fundamentalmente en el disfrute que genera la participación en procesos solidarios con compromiso social, destacándose la idea de un aprendizaje profundo y sentido.

Un desafío, una tarea pendiente es el acreditar en la trayectoria académica la participación en los voluntariados.

Pero, ¿esperan algo a cambio de las horas solidarias? La propuesta de voluntariados se entiende como un valor en sí misma y no tiene expectativas de retribución entre les estudiantes.

Es así que la convocatoria 2023 no solo fue mayor, sino que también voluntaries del año anterior decidieron ir por más y apostar a este espacio de trabajo en equipo y en nuevos territorios.

No hay diferencias significativas en lo que se refiere a perfil sociodemográfico, actividades de cuidado o laborales. El perfil solidario no implica mayor disponibilidad de tiempo por parte de la población. En tal caso, es el diseño de la actividad (frecuencia semanal y duración total) lo que hace posible la participación.

Es decir, la especificidad en el perfil de les voluntaries debe buscarse en trayectorias que valoran la actividad solidaria y el compromiso con las tareas de relevancia social y con una forma de entender el aprendizaje como “involucrarse”.

Para cerrar, destacamos que en los espacios áulicos se pudieron intervenir los textos con ejemplos de la experiencia como voluntaries, estableciendo un lazo teórico-práctico que permanecerá en lo profesional.

 

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