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La Mirada Jauretcheana

 

Por Natalia Prozman
Docente-Investigadora UNAJ
Facilitadora agroecológica PBA
Coordinadora de la La Periurbana virtual durante la pandemia

 

Este artículo se enmarca en los diferentes espacios de vinculación en los que fui formándome. Desde esos caminos recorridos, escribo.

Para ello es pertinente un repaso breve del proceso, en 2017 cómo estudiante avanzada de la carrera de Gestión Ambiental comienzo a participar de proyectos de vinculación e investigación asociados a la temática de la agricultura familiar de la zona periurbana de Florencio Varela. Allí, en el territorio semi rural del fondo de Varela (término metafórico que en este trabajo no analizaremos) obtengo una formación invaluable, tanto en la gestión, lo académico cómo lo humano. Esto último es fundamental.

Luego del Ni una menos (2015) y la incipiente agenda de genero del movimiento feminista, comienzo a mirar con otros ojos el trabajo de vinculación, a observar los espacios generizados, las configuraciones socioproductivas, las asociatividades, las trayectorias individuales y colectivas, todo esto en el marco del equipo del cual fui parte cómo estudiante, el Grupo de Estudios Productivos y Ambientales UNAJ.

En este contexto, mi interés se centra en quienes son las mujeres que producen en el fondo de Varela, ¿Por qué tienen tanta fuerza en las mesas de trabajo sectoriales? ¿Cómo llegaron a ser lideresas en sus organizaciones? ¿A quienés representan?

En esto quiero destacar el trabajo territorial cotidiano de los Dres. Tito y Nugent, quienes generosamente me permitieron sumarme a sus proyectos.

La pandemia y la vinculación

Nuestro equipo acompañó en todos los procesos a los y las agricultoras familiares del periurbano varelense. Tanto en el nacimiento de espacios de comercialización cómo la Periurbana, como así también las vicisitudes en la agenda diaria de los y las productoras.

Es preciso aquí mencionar que el nombre de La Periurbana[1] surge con el objetivo de visibilizar el aporte de nuestras productoras, en tanto su trabajo productivo, reproductivo y de cuidados, al sistema agroalimentario local.

Hace tres años, en marzo, la crisis covid, el aspo, la incertidumbre y el caos desafiaron al mundo, debiendo sostener la vida desde los territorios y en ese sentido, la agricultura familiar, con las mujeres al frente han puesto su vida en pos de sostener sus vidas, las de su comunidad y los otros componentes del sistema agroalimentario local.

Las mujeres periurbanas, productoras, estudiantas, técnicas e investigadoras salimos a la cancha a inventar lo que haga falta con tal de garantizar la supervivencia de los nuestros y de la comunidad en general. A pesar de la sobrecarga de cuidados, la feminización de la pobreza, la pobreza energética feminizada y la mar en coche.

Recuerdo a Andrea, productora florícola viendo cómo reinventarse ante la caída global del consumo de flores. Cargando su auto con verduras de su propia huerta para comercializar en nodos improvisados por estudiantes y estudiantas de Gestión Ambiental, que luego se diversificaron en paralelo a la solidaridad que crecía día a día. Y así surgieron más nodos, se sumaron más productoras y productores, Mercedes, Roberto, Zulema, Rafael, Julia, Ayelén, Alejandro: noderos y noderas: compañeros y compañeras de Gestión Ambiental, sus familias y amigos y luego todo fue creciendo.

Permítanme que este espacio lo dedique a estos héroes y heroínas que han hecho hasta lo inimaginable para sostener la vida en la sociedad del capitaloceno. Las bases sosteniendo la vida, literalmente.

Continuando con el eje del artículo, la vinculación universitaria permitió que decenas de estudiantes y estudiantes de la carrera nos pusiéramos a trabajar desde el compromiso y la innovación. Esto no hubiese sido posible sin la vinculación territorial previa, sin el conocimiento del territorio. El trabajo mancomunado hizo posible llegar a Miles de hogares con comida, sobre todo en municipios donde no se produce.

Fueron Miles de huertas transpatio familiares que se crearon a través de los Kits de huerta, ideados por Gustavo Tito y Julia Ríos, fueron miles los kilos de Miel de Zulema, Rafael y Yoli, fueron Miles de pollos de Roberto, quien comercializaba mientras se encargaba de la logística de los nodos a pesar de todo.

No hay otra forma de transformar el sistema agroalimentario local sin estas tramas territoriales ni otra forma de garantizar la sostenibilidad de la vida de los cuerpos territorios.

La mirada jauretcheana como graduada, docente y profesional

Al ser primera generación universitaria, es preciso decir que el camino no fue fácil, que la vinculación con y desde el territorio ha templado perfiles profesionales tanto en mi cómo en mis compañeros/as, comprometidos/as, proactivos/as, críticos/as y propositivos/as.

En este sentido y a partir de esta formación dialógica con el territorio se han abierto oportunidades de crecimiento personal y profesional inéditos; cómo poder a partir de una línea de investigación para mi TIF llegar a conformar equipos de investigación cómo el que tenemos con Mujeres periurbanas a cargo de docentes cómo Carolina Diez, Mariche Scaglia, Maria Pozzio, entre tantas otras que generosamente crean estos espacios de acompañamiento, sororidad y saberes.

Continuando la formación territorial en espacios cocreados con otras mujeres que desean transformar la realidad desde las ciencias sociales, estudiantas, graduadas y profesoras comprometidas con los ecofeminismos rurales desde la reflexividad y la calidad formativa que da el trabajo colaborativo, crítico y transformador. Este tipo de espacios brinda oportunidades reales de transformación local a partir de las sinergias entre la academia y la comunidad, está que construye la identidad jauretcheana de la cual estamos tan orgullos@s.

 

[1] La Periurbana es la feria universitaria de la UNAJ, la misma surge en 2018 siendo la quinta en el campus de nuestra querida UNAJ.

 

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