Por Percy Nugent
Introducción
La cuestión del desarrollo es una realidad a la que no se puede entrar ajeno a posicionamientos e intereses, a riesgo de olvidar su componente humano y, por lo tanto, dejar de lado que es la comunidad toda la que se verá afectada por las visiones y sobre todo por las decisiones que adoptemos o colaboremos a adoptar. La vinculación universitaria es una actividad que no se restringe a la mera transmisión extensiva de “nuestros saberes” si no que nos plantea involucrar e involucrarnos en la construcción colectiva de un territorio, que es algo más que la identificación con un hábitat como lugar de residencia sin historia.
Como Grupo de Estudios Ambientales y Productivos del Periurbano (GEAPP), que incluye a docentes, investigadores y estudiantes de la UNAJ, junto a otros colegas de la región y otras instituciones públicas y privadas, venimos trabajando hace siete años en apoyar el arraigo y desarrollo de la agricultura familiar, campesina y originaria de nuestra región, valorizando la importancia que tiene como productora de alimentos frescos, dinamizadora de la economía, generadora de empleo, y proveedora de servicios ecosistémicos, y que desde sus cosmovisiones interpela la sostenibilidad de los modelos de desarrollo en disputa.
Asumimos en esta tarea el enfoque de Investigación Acción Participativa, de larga tradición en la teoría de la educación popular latinoamericana desde que Paulo Freyre iniciara sus postulados. Esta postura pone en tensión los paradigmas sobre cómo y para qué generar conocimiento y nos interpela a estar a la par de las voces representativas de la comunidad para decidir hacia donde avanzar. Partimos de la premisa de que la complejidad de la dinámica territorial debe atenderse desde una visión integral que supere los sesgos y limitaciones de las visiones meramente disciplinarias, e incluya el acervo de los saberes populares en la búsqueda de soluciones para lograr un desarrollo inclusivo que atienda el bien común.
En este articulo trataremos solo algunos aspectos de esta experiencia, basándonos en alguno de nuestros proyectos como referencia de los pequeños aportes que hemos podido hacer a la transformación social, que en todo caso es el fin de la acción participativa y el motor del desarrollo en cualquiera de sus acepciones.
Otra mirada del desarrollo: el respeto a la madre tierra
La complejidad del territorio que nos rodea se construyó a través de décadas en una serie de sucesivas migraciones internas y externas hacia “la gran ciudad”, fruto de los vaivenes en el proyecto de país y de las políticas económicas resultantes en una u otra dirección. Solo para simplificar el debate, las causas pueden buscarse en oscilaciones entre épocas de políticas nacionales de crecimiento con distribución y otras de concentración de la riqueza.
El resultado ha sido un mosaico de núcleos urbanos de fisonomía dispar que se extendieron por las grandes vías de comunicación, vías férreas primero caminos y rutas luego, y que luego se fueron consolidando alrededor de centros industriales, áreas de servicios o simplemente oportunidades de “tierra barata” accesible para los sectores más postergados. Las crecientes ocupaciones informales, que hoy llamamos “barrios populares” en un intento vano de otorgarles la dignidad que no tienen, y los emprendimientos suntuarios, en una suerte de “ghetificacion” positiva para ricos, han venido a completar la trama de esta zona sur de la megalópolis de “Gran Buenos Aires”, en la que la planificación y la racionalidad del desarrollo humano tienen pocas victorias que celebrar.
Un rasgo importante de la región, que no siempre es tenido en cuenta cuando se piensa en el desarrollo integral de la región y en las potencialidades de su comunidad, es el extenso “cordón verde” que circunda su extremo más meridional y destaca como una de los espacios de potencial expansión urbana más importantes del AMBA. En esa extensa área periurbana y semi-rural, en particular en Varela y Berazategui, aunque también en A. Brown y otros partidos vecinos, se localiza uno de los cordones hortícolas y de producción de alimentos frescos en general más importantes de nuestro país. La zona es además un área estratégica para la extracción de agua para el consumo de las localidades vecinas que, como Varela y Berazategui, dependen del recurso acuático subterráneo para el abastecimiento de sus diversas necesidades. En este territorio se ubica además la más importante reserva de biosfera de la provincia como es el Parque Pereyra Iraola, que interrumpe la fusión de la mancha urbana del gran Buenos Aires con la del Gran La Plata.
El actor social distintivo que predomina en este escenario crítico de múltiples funciones para el desarrollo son los agricultores familiares, que desde mediados del siglo pasado, con la instalación de las colonias agrícolas en tiempos del primer peronismo pusieron la impronta de su producción y estilos de vida en el territorio. Localidades que hasta hoy se reconocen como La Capilla, El Peligro o Colonia Urquiza tuvieron su origen en la instalación de colonos migrantes portugueses, italianos o japoneses que llegaron en esos años y que luego en los 90s fueron reemplazados por bolivianos paraguayos y sobre todo originarios de las provincias de nuestro norte, que vinieron hasta aquí para ´perpetuar su cultura y practica productiva , expulsados por un modelo agroindustrial exportador que concentró la tenencia de la tierra y la extracción de sus riquezas, como lo muestran continuamente los últimos 30 años de censos rurales y de población. El origen mismo del Parque Pereyra tuvo sus bases no solo en el llamado entonces “Parque de la ancianidad” sino también en una importante colonia agrícola que hasta hoy incluye más de 300 familias productoras.
La organización comunitaria como salida de las crisis
Pensar la planificación del desarrollo humano en esta región admite ser enfocado desde distintas miradas: como un sistema alimentario situado, un enclave de inmigración, una ciudad dormitorio de tramas dispersas, una potencial ubicación de polos industriales o tecnológicos, un área de expansión inmobiliaria, etc. Pero lo cierto es que si se piensa como gestionar esta realidad debemos abordar todos estos procesos a la vez. Claro que entendiendo que el choque de intereses va a ser el primer plato servido a esa mesa.
La experiencia del GEAPP se inició como una invitación a colaborar en un plan estratégico del municipio de Berazategui pensado en un horizonte a 30 años, en medio de una coyuntura de salida de la pandemia COVID, en la que las tensiones y demandas de los sectores más vulnerables y damnificados generaba no pocas protestas y conflictos. El paso inicial fue convocar a conformar mesas territoriales y sectoriales que representaran las voces de todos los sectores organizados representativos de la comunidad, en particular a las organizaciones que nuclean a la agricultura familiar, para iniciar un diagnóstico participativo que otorgue voz a todos los interesados en involucrarse en la transformación de la situación adversa junto al gobierno local. El motor que dio impulso y ha sostenido este proceso fue el funcionamiento regular y continuo de la Mesa Agraria, con sede en la localidad de El Pato, que coordina los esfuerzos de las distintas organizaciones que representan el sector para encontrar soluciones a través de numerosos proyectos que han ido concretando. Involucra entre otros a la Unión de Trabajadores de la Tierra, la Asociación de Medieros y Afines, la Unión Campesina de Berazategui, el Federación Rural (ex MTE), la Asociación Guadalquivir, y cooperativas locales como la 12 de Agosto y COBIAGRO.
A poco mas de dos años de iniciar este trabajo, y como fruto de los consensos logrados en este proceso participativo, quedaron establecidos a través de las respectivas ordenanzas municipales la formulación de un plan estratégico de ordenamiento de la zona periurbana y rural del Partido de Berazategui, que establece como prioridades la conformación de una Colonia Agrícola y Polo Agroalimentario Sustentables. En ese camino hoy el Polo empieza a ser una realidad con la sesión por parte del municipio de 30 hectáreas, en las que se ha establecido una Chacra Experimental que está siendo manejada en un consorcio entre la UNAJ, el Ministerio de Desarrollo Agrario de la Provincia y el gobierno local, junto a seis organizaciones que aportan su fuerza laboral en un acuerdo de comodato. Además se avanza en la licitación para construir un Centro de Valor Agregado para la Comercialización local con el apoyo del Ministerio de Obras Públicas de la nación y se trabaja en un Plan Maestro para implementar un Centro de Industrialización para la producción rural y un Centro de Gestión Sustentable, Logística y Servicios, que armonice el desarrollo de la producción local con el cuidado del ambiente, evitando los impactos que derivarían de tener solo una mirada productivista y resguardando los recursos vitales para beneficio de toda la comunidad.
El propósito final de este proyecto es convertirse en un verdadero polo para el desarrollo integral de la región, que impulse la integración de las cadenas de valor, la apertura a los mercados de cercanía y la producción agroecológica de alimentos para asegurar el resguardo de los recursos del suelo y el agua y el acceso a alimentos saludables para la población. En esta orientación, las soluciones que se propongan deben ajustarse a las características socio económicas de un modelo propio de la agricultura familiar, que depende en gran medida de la fuerza laboral que invierte la familia productora, tanto para lograr los ingresos para su supervivencia, como para sostener los insumos básicos y tecnologías necesarios para la producción. El punto de partida es atender las condiciones de vulnerabilidad, que un amplio sector de los productores familiares muestra en sus actuales condiciones de vida, dando alternativas a las ofertas del “mercado” que han llevado a situaciones de pobreza estructural y bajos ingresos, sobreviviendo para sostener el sistema alimentario local.
Si nos detuviésemos aquí, la experiencia se reduciría a un proyecto para potencial el crecimiento productivo con el resguardo de evitar las externalidades propias del mal uso de tecnologías, que en otros periurbanos agrícolas de nuestro país ha llevado a contaminaciones e impactos sobre la salud de los barrios circundantes. Sin embargo de lo que se trata es lograr una valorización de toda la comunidad sobre las ventajas comparativas de la agricultura en el cuidado ambiental respecto de otras ocupaciones del suelo y el rol central que representa en el acceso a alimentos sanos, posibilitando consensos para el Ordenamiento Territorial y el desarrollo local.
En ese rol la mesa territorial “El Pato 2050”, trabaja para lograr soluciones a múltiples necesidades y barreras estructurales que impiden o al menos dificultan la integración y desarrollo de un territorio al que reconocen como su “patria chica”, al decir de sus vecinos fundadores. Reuniendo las voluntades de numerosas formas asociativas e instituciones de la localidad que incluyen sociedades de fomento, clubes barriales sociales y deportivos, ONGs locales, escuelas y otras “fuerzas vivas” de la zona vienen trabajando junto a la delegación municipal en distintas acciones para atender los déficit en la atención primaria de la salud (operativos sanitarios), planificar y avanzar en la mejora de las redes viales (cerca de 10 Km de mejorados), articular con las fuerzas de seguridad una mayor presencia en los barrios distanciados, facilitar el acceso a mercados de cercanía (ferias barriales y mercado vecino), y otras tantas actividades sociales y culturales realizadas para asegurar hacia el futuro una mejor calidad de vida a los vecinos.
Quizás la mejor imagen para resumir este proceso haya sido la celebración del LXXXV aniversario de la localidad, el 12 de diciembre pasado, cuando al recibir el compromiso del Intendente para la construcción de un Centro Cívico que asegure todas las prestaciones del municipio en el lugar, desfilaron las distintas asociaciones civiles habituales en estos casos con un cierre de todas las organizaciones de productores con sus banderas identificatorias y tractores, sellando el mensaje de una comunidad orgullosa de sus fuerzas productivas. Las voces de oradores que se eligieron para ese día acompañando al intendente fueron las de un miembro de la Mesa Agraria y la vecina más antigua que hoy reside en El Pato, desde la época en que solo era un puñado de casas en el campo. De alguna manera esta imagen manifiesta el sentido de recuperar la historia de un pueblo para constiruir su futuro.
A modo de corolario: la única verdad es la realidad
En épocas de discursos globalizadores que van de la “crisis civilizatoria” hasta el “cuidado de la casa común”, tal vez sea momento de no avocarnos tanto en la precisión de las categorías académicas para asegurar nuestro diagnostico de la gravedad de las cosas y poner algo de nuestro potencial en construir un camino a partir de pequeñas soluciones que la comunidad pueda sentir como propias.
Las lecciones aprendidas en nuestra experiencia es que en esta interacción hemos podido definir con mejor claridad los objetivos de numerosos proyectos de vinculación, investigación y transferencia tecnológica que logramos implementar con el auspicio y financiamiento de las agencias de ciencia y técnica. También, esta práctica nos ha ubicado en nuestro rol de servidores públicos, en tanto miembros de una universidad estatal, poniendo esfuerzos en asistir técnicamente a la formulación de proyectos de otros organismos públicos (ministerios nacionales y provinciales, agencias de desarrollo y municipios) para colaborar en que las múltiples líneas existentes de
políticas asistencia, promoción y desarrollo lleguen a concretar su llegada al territorio. Todo esto independientemente de los resultados que hayamos logrado atento a nuestras propias limitaciones.
Desde lo académico podemos concluir que este ha sido además un enorme espacio de formación para nosotros como investigadores y docentes, y una oportunidad para que numerosos estudiantes de varias carreras de la UNAJ hayan transitado como pasantes, becarios o tesistas, incorporando experiencias vitales para su futuro como profesionales con una impronta territorial que seguro los distinguirá con el sello jauretcheano.
Al decir del pensador que da nombre a nuestra universidad: “Comprobamos que los hechos unifican y las abstracciones dividen y que por sobre la carnadura de los acontecimientos, las divergencias del nivel ideológico pierden importancia ante la demanda de las soluciones”.
En otras palabras menos prestigiosas y autorizadas, tal vez no sea tan complicado darnos con más frecuencia una vuelta por el barrio a tomar un mate con el vecino, y conversar como se nos ocurre resolver esto. A ver si nos encontramos con una sorpresa.