Por Laura Itchart y Paloma Catalá del Rio
Las Cartografías Culturales como relato colectivo en torno a lo común ¿Cómo producir la experiencia de enseñar, vincular e investigar desde una universidad del Conurbano Sur? ¿Cuáles son las prácticas que nos permiten descentrarnos para construir preguntas nuevas, pertinentes, a las que aportemos una mirada desde la especificidad universitaria poniéndola en diálogo con lo que sucede y nos atraviesa como comunidad?
Este artículo pretende poner en conversación las reflexiones que han guiado parte del trabajo de nuestro equipo de vinculación/investigación y el trabajo como docentes de la materia Prácticas Culturales del Ciclo Inicial de la Universidad Nacional Arturo Jaurteche. Expondremos la experiencia que construimos y los desafíos que atravesamos para intentar trasladar a la práctica aquello que tenemos en nuestros marcos teóricos como las estrategias de investigación acción, el diálogo de saberes y la co-construcción del conocimiento.
Desde 2011, en el marco de las actividades propuestas por Prácticas Culturales, materia de primer año que cursan todos y todas las estudiantes de las carreras de la UNAJ, hemos ido relevando imaginarios sobre espacios culturales. En esa pregunta nos encontramos con cierta dificultad en el reconocimiento de los espacios culturales barriales, en contraposición con los espacios marcados por el consumo masivo como son los shoppings, paseos de compras, museos, multisalas de cine, etc.
Fuimos reconociendo una densidad cultural muchas veces invisibilizada y dispersa que se desarrolla atomizada, puertas adentro o con cierta dificultad para aparecer a la vista de los propios vecinos y vecinas. A partir de allí definimos la importancia de trabajar en la elaboración de una cartografía colaborativa que no solo traiga al centro lo subalternizado sino que reconozca las experiencias de resistencia, en tanto claves para pensar los itinerarios posibles en el futuro cercano. Para ello comenzamos a trabajar, gracias a las convocatorias de Vinculación e Investigación de la UNAJ, con un equipo de trabajo integrado por docentes, estudiantes y Nodocentes, desde 2018 hasta la actualidad.
La experiencia de mapear en forma colectiva y la potencia de imaginar
Se hizo imprescindible abrir nuestro espacio de trabajo y ponernos en diálogo con otros actores de la comunidad. Así decidimos recuperar el vínculo con docentes y estudiantes de la Escuela de Arte República de Italia (EARI) a fin de reconocer otras miradas sobre prácticas artísticas y espacios culturales en la región. La EARI es un profesorado de artes visuales, cerámica y escultura, educación musical, instrumento y canto, popular y académico ubicado en Florencio Varela que ya tenían relación con la UNAJ. En 2019 comenzamos a realizar talleres de mapeos colectivos con sus estudiantes, docentes y artistas que viven en el conurbano sur.
- SOY: Lugares en los que expongo, actúo, toco, etc. (actores/as)
- VOY: Lugares a los que voy a ver y/o escuchar (espectadores/as)
- ESTOY: Lugares donde participo y/o colaboro (colaborador/a)
- SÉ: Lugares que conozco (sé que existen pero nunca fui)
Dispusimos un mapa principal donde cada participante ubicó de dónde venía. Reconocieron sus barrios en el mapa, se posicionaron como locales y extranjeros en un territorio extenso y se ubicaron en la proximidad o lejanía con el centro y la Escuela.
Luego, nos dividimos en grupos y trabajamos sobre mapas dispuestos por todo el espacio. Durante la tarde cada grupo fue marcando en el mapa los espacios vinculados a la cultura que reconocían. Nos llevó un largo tiempo de observación, diálogo e intercambio la ubicación en el mapa y el modo de nombrar aquello que cada ícono propuesto representaba. Los mapas, como era esperado, mostraron la concentración hacia los centros y dispersión hacia la periferia pero también mostraron prácticas que no esperábamos, lugares compartidos y poca participación de lxs actores presentes se situaban en el SOY y ESTOY y en donde fue más común el SÉ y VOY. En la puesta en común recuperamos nuevas preguntas y estrategias.
Al asumir el desafío de problematizar las categorías de análisis de los procesos culturales a partir de las prácticas de habitar la cultura en el conurbano sur (Doberti y Giordano, 2014), observamos con atención una realidad que cambia, nos cuestionamos las categorías analizadas y creadas considerando que actúan como nudos de sentido. En este proceso verificamos, tal como estaba previsto, que las prácticas alternativas nombran el territorio de otras maneras y en esa acción lo configuran. Pero también confrontamos con otros modos de nombrar y de habitar. La escucha atenta nos abrió un nuevo camino de reflexión acerca de las acciones que son necesarias para tejer una red entre actores/as y espacios culturales.
El proyecto inicial viraba atendiendo a las nuevas preguntas y necesidades que surgían del encuentro.
La articulación de experiencias nuevas que tuvieron que nombrarse en la urgencia disputan su sentido legítimo en condiciones de desigualdad material y simbólica y en el conurbano sur desafían con más potencia a las configuraciones legitimadas. La cultura conurbana está entramada en prácticas históricas que se renuevan con las nuevas generaciones y que se reconocen como un murmullo que se comparte entre pares.
La escucha de un territorio que se transforma
Al reconocer la disonancia entre los modos locales de nombrarse respecto de las formas hegemónicas que nombran los territorios, la categoría de “conurbano” refuerza un centro/periferia que no se condice con las diferentes centralidades que se nombran desde la experiencia de habitar ese territorio. Los motivos de la atomización del campo cultural son múltiples y sin duda, no responden a un problema en particular, sino por el contrario a un complejo y multicausal escenario. ¿Los vecinos y vecinas de Florencio Varela no tienen espacios y prácticas culturales cerca de los barrios que habitan o quizás esta percepción está basada en que hay prácticas que no son reconocidas como tales? ¿De qué otros modos puede ser recorrido, transitado, habitado el territorio para una nueva cartografía que incluya lo excluído y opaco?
Nuevas estrategias para la visibilización: cómo agudizar la percepción frente a lo inesperado
Una vez realizados los primeros talleres, irrumpió la pandemia de COVID19 y las etapas posteriores de aislamiento y virtualización forzosa de todas las prácticas. Dimos continuidad al proyecto, pero con la necesaria reformulación. Iniciamos una nueva etapa, con mucha dificultad producto de la situación, enfocada a desarrollar una nueva capa de mapeos ligada a la actividad virtual en redes sociales.
En la vuelta a la presencialidad esas prácticas virtualizadas y territorializadas en otras dimensiones de la cultura se incorporaron a los intercambios y lugares donde estar.
En principio observamos que la post-pandemia disfrazada de “nueva normalidad” se ha impostado con la apariencia de la vieja normalidad. Todo parece haber vuelto a su cauce de una forma más brutal y acelerada. Sin embargo, cuando escuchamos los relatos de cómo se ha vuelto a la actividad y al espacio público reconocemos una cierta semblanza que vela un regreso a medias, un no regreso sino un nuevo estar. Intuímos que algo cambió inexorablemente en las y los sujetos pero también en los escenarios que cobijan esas escenas, pero no resulta evidente.
A su vez, hemos podido reconocer a partir de las conversaciones, que la vuelta a la presencialidad se produjo, en demasiados casos, en condiciones mucho más precarias y desanudada de los deseos y expectativas y desembocó en nuevas preguntas. En voz baja se comparte la imposibilidad de volver a un río que corre.
Nos propusieron retomar un estado de conversación para proponer lo común y nombrar el futuro como una experiencia creadora y realizamos una nueva serie de talleres en la EARI, esta vez con estudiantes de música. Este acercamiento propuso otra dinámica: recorrimos el espacio circundante a la escuela a modo de deriva pero bajo una consigna: mirar, escuchar, registrar referencias culturales que cotidianamente resultan invisibles en un camino ya conocido. Tras algunos encuentros trazamos en común un nuevo mapa de un territorio sensible reconocido de otros modos.
Repensar las imaginaciones conurbánicas desde las prácticas artístico-culturales
En este tiempo post-pandémico hay claves para pensar el futuro. Centrando la mirada desde un conurbano que fue escenario del progreso y la promesa de un porvenir y que hoy se enfrenta al desafío de revertir la obligación de un destino imaginado como un proyecto inacabado, la continuidad de la vinculación entre la Universidad y escuelas de arte de la región es una propuesta motivadora para todos y todas las involucradas. Por ello se suma al proyecto la EMBA Carlos Morel de Quilmes.
Buscamos analizar la configuración de lo común y su relación con los imaginarios de futuro que producen jóvenes y artistas en el sur del conurbano bonaerense luego de la pandemia de Covid 19. En un escenario post, con una acelerada virtualización, con sujetos atomizados y minado por discursos distópicos, la experiencia y las prácticas culturales de estudiantes de escuelas de arte y de artistas de Quilmes y Florencio Varela nos habilitan una brecha por donde indagar sobre las imaginaciones / representaciones presentes en la configuraciòn de la identidad conurbana.
La complejización del el atlas iniciado es una oportunidad para adelantar el paso y contrastar con los pronósticos oscuros lanzados desde la comodidad de los sillones y las pantallas hegemónicas, para fortalecer la u memoria oral, visual y colectiva desde donde leer el futuro conurbano más allá de los imaginarios hegemónicos que atizan discursos de desencanto y desactivan las resistencias.
Nuestros proyectos de vinculación y de investigación se han entrelazado de manera fluida y creativa con nuestra experiencia docente. Cada función se ha visto enriquecida con el aporte de las otras y en el vínculo con la comunidad se han enriquecido y potenciado las preguntas y las respuestas, aunque siempre provisorias.
La cultura, las prácticas culturales y las identidades que nos atraviesan cuando indagamos se enriquecen con nuevas preguntas que se cruzan en lo local pero que centralmente son una entrada a lo universal, aportes a la vida académica y reflexiones que producen nuevas preguntas para desencadenar la acción colectiva.
Tras la experiencia de estos años de vinculación territorial, sostenemos la certeza de que desde las prácticas culturales en el conurbano sur tendremos una puerta para pensar lo común y construir imágenes de futuros deseables.